March 24, 2005

Bienvenida Plaza Chile

Plaza Chile
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Washington DC



Washington DC, miércoles 23 de marzo de 2005



Señor Embajador don Andrés Bianchi
Señor Embajador don Esteban Tomic
Amigas y amigos de Plaza Chile


Quisiera que mis primeras palabras en esta tarde sean, por una parte, una calurosa bienvenida, y por otra, un sincero agradecimiento por su interés –quizás curiosidad- de participar en esta primera actividad organizada por Plaza Chile.

Plaza Chile nace como una iniciativa de diálogo sobre Chile y sus desafíos. Así, en las conversaciones de cuatro profesionales jóvenes que viven en Washington DC surge la idea de aprovechar el importante número de chilenos y chilenas que trabajan o estudian en esta ciudad para convertirla en un lugar de encuentro y reflexión.

Las plazas son por esencia un lugar de encuentro.

Hay plazas de colores, con nombre de personajes o países. La plaza es democrática, todos tienen derecho a tener su plaza, no hay pueblo por chico que sea que no tenga una plaza.

Hay plazas de tierra, de pasto y con piletas. En ellas aprendimos los olores de las estaciones del año, construimos amistades y sufrimos los primeros rasguños.

A nuestra plaza llegaban los vecinos nuevos y nunca les preguntamos quién los invitó, simplemente entendíamos que también era su plaza.

En la plaza aprendimos a respetar y a tolerar, nunca nos preguntamos sobre los trabajos de nuestros padres ni sobre el origen de sus apellidos.

Así, sin importar la generación a la que uno pertenece, siempre tendremos recuerdos de alguna plaza. Cada uno tiene su plaza y no me cabe duda que en este momento cada uno está recordando la suya. La mía se llama “Plaza Uruguay”, la suya? no lo sé. Pero sí sé, que a partir de hoy, la nuestra es “Plaza Chile”.

Por eso, hoy queremos invitarlos a descubrir que las plazas también tienen pausas y momentos de reflexión. Tal como lo escribió Borges, ¡Qué bien se ve la tarde desde el fácil sosiego de los bancos!

Y desde este banco queremos invitarlos a convertir Plaza Chile en un lugar donde se compartan las ideas y los sueños. En Plaza Chile se conversará sobre Chile. Sin prejuicios, sin exclusiones, sin mayores conclusiones que las propias. Plaza Chile está abierta a todos los temas. Con respeto, con diversidad, con mucho cariño a Chile.


Muchas gracias.



Jerónimo Carcelén

March 16, 2005

Plaza Chile - Marzo 2005

Plaza Chile
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Washington DC


Tiene el agrado de invitarlo a su primera actividad que se realizará el día 23 de marzo a las 6 pm. en el Executive Director Lounge del Banco Interamericano de Desarrollo, 1300 New York Ave. NW, Piso 11 Este.
El tema de esta reunión será:
“El Posicionamiento de Chile en el Nuevo Contexto Internacional: Roles, Posibilidades y Opciones Estratégicas”
Los expositores invitados son:
Claudio Grossman*
Decano del Washington College of Law
American University
Arturo Valenzuela*
Director del Centro de Estudios Latino Americanos
Universidad de Georgetown
Para Plaza Chile sería un gusto poder contar con su presencia en esta sesión. Por razones de seguridad interna y para facilitar su acceso al Banco Interamericano de Desarrollo le agradeceremos confirmar su participación a plazachile@gmail.com
Plaza Chile nace como una iniciativa independiente de estudiantes y profesionales chilenos residentes en Washington DC para abrir espacios de diálogo sobre Chile y sus desafíos. Plaza Chile busca aprovechar el importante número de chilenos que trabajan y/o estudian en esta ciudad para convertirla en un lugar de encuentro donde se compartan ideas y visiones de Chile. En Plaza Chile se forjará un espacio para conversar sobre nuestro país sin prejuicios, sin exclusiones y sin mayores conclusiones que las propias. Plaza Chile en un marco de diversidad y respeto y está abierto a todos los temas e iniciativas de diálogo.

Equipo Plaza Chile: Jerónimo Carcelén - David Noe - Manuel Pacheco - Carlos Silva
*Mayor detalle acerca de los expositores se puede obtener visitando los siguientes sitios web:

Capitol Hill - "El Bendito"

“El Bendito”


La primera vez que escuché a Barack Obama en su discurso como Keynote Speaker de la última Convención del Partido Demócrata, no me cupo duda que si algún día este país elige un presidente afro-americano, ése será Barack Obama. Sí, grábese su nombre.

A sus 43 años, Barack –nombre africano que en lengua suahili significa “el Bendito”- acaba de ser elegido Senador por Illinois con un no despreciable 70% de los votos, convirtiéndose en el primer Senador Demócrata de raza negra y en el tercero en los últimos cien años de la historia política norteamericana. Hijo de padre Keniano y madre oriunda de la republicana Kansas, entre sus créditos está haber estudiado Relaciones Internacionales en la Universidad Columbia y Derecho en Harvard, donde se graduó con honores y fue el primer presidente afro-americano del Harvard Law Review. Actualmente es Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago.

Recién salido de la universidad decidió convertirse en un “organizador comunitario” y aunque en un principio ni el mismo sabía cómo explicar el significado de esta actividad, el tiempo respondió por él: ha participado en diversas fundaciones destacando el liderazgo impuesto al “Chicago Annenberg Challenge”, institución que tiene un fondo de 50 millones de dólares para reformar las escuelas públicas. Consecuente con sus ideales y siguiendo el ejemplo de Martín Luther King -a quien cita frecuentemente- trabajó como abogado en casos de discriminación laboral y en la promoción de los derechos civiles. Después de Harvard, Obama lideró el proyecto “Illinois VOTE!” que organizó uno de los más grandes registros de votantes en la historia de Chicago con el propósito de elegir al Presidente Clinton.

Este liderazgo lo llevó a convertirse en Senador estatal de Illinois en 1996 y tras una destacada participación como presidente del Comité de Salud Pública se convirtió en el candidato demócrata al Senado para las elecciones del 2004. Durante su campaña consolidó su nombre como una figura nacional, convirtiéndose en el favorito de los medios y los donantes para la campaña de John Kerry, la sola inclusión de su nombre en los créditos de cualquier evento aseguraba la atención de la prensa y, cuanto mejor, fondos frescos para la más dura contienda que se recuerde entre demócratas y republicanos.
Obama asumió el desafío de ser el Keynote Speaker de la Convención Demócrata sin temor a ser víctima de la maldición que reza que los designados en este rol nunca perseveran en la política norteamericana y si bien algunos han llegado a ser gobernadores o senadores, ninguno ha transformado sus quince minutos de fama en algo permanente. Literalmente son quince minutos el tiempo que tiene el Keynote Speaker para reafirmar el compromiso del partido con los “problemas reales de la gente” y las metas programáticas del candidato a la presidencia. En su caso el tiempo fue suficiente para entregar un mensaje unitario y esperanzador en tiempos de guerra, especialmente para todos los que comparten los sueños que tuvo su padre cuando abandonó Kenia “para estudiar en un lugar mágico llamado América”.

A sólo dos semanas de su llegada al Capitolio Obama integró la influyente Comisión de Relaciones Exteriores y participó en las audiencias para la aprobación de Condoleezza Rice como nueva Secretaria de Estado. Su actuación en la Comisión junto a otros experimentados como el mismísimo Kerry, no habló de un novato o de un experto en temas domésticos sin mayores conocimientos de la política exterior americana. Todo lo contrario. Las miradas y las cámaras se centraron en Obama y Rice, el Senador novato y la aspirante a manejar las relaciones exteriores del país más poderoso del mundo, ambos depositarios del sueño de Martín Luther King con historias comunes de integración social desde la minoría afro-americana. Durante su diálogo con Rice la urgió a abandonar las consideraciones académicas de la guerra y plantearse las consecuencias prácticas, tanto internas como externas, de invadir Irak y el precio que pagan las familias de los soldados y el desprestigio que acarrea para el país. Entre las respuestas de Rice quedó registrada la comprometedora frase “la política exterior de Estados Unidos debe dejar de ser un monólogo y transformarse en diálogo”. Otro logro de Obama para tener en cuenta.

El éxito de Obama se basa en esa escasa ecuación de buen manejo político, capacidad intelectual y carisma desbordante. Su desafío es mantener en Washington la solidez política demostrada hasta ahora -y que tanto gusta a los círculos de Capitol Hill- sin dejar de lado la empatía con los electores quienes siguen valorando su trabajo como organizador comunitario.

Los analistas dicen que si sus bonos siguen en alza es altamente probable que en una fórmula inédita de una mujer y un afro-americano, Obama sea el compañero de Hillary Clinton en la apuesta demócrata por recuperar la Casa Blanca el 2008. Sí, grábese su nombre: Barack “el Bendito” Obama.

Capitol Hill - "El Dia W"

“El Día W”


What? Inauguration Day. El día que asume el Presidente de los Estados Unidos, desde el año 1789 cuando asumió el Presidente George Washington. Actualmente se realiza un acto público que incluye la toma del juramento y un recorrido por Pennsylvania Avenue desde el Capitolio hasta la Casa Blanca.

Who? George W. Bush. Elegido el año 2000 como el 43° Presidente de los Estados Unidos, es hijo del 41° Presidente George H.W. Bush y fue Gobernador del Estado de Texas entre 1994 y su elección.

When? 20 de enero. El hecho que la fecha fijada para este evento caiga en las semanas más crudas del invierno fue una buena excusa para que algunos de los Bush supporters pudieran lucir sus sombreros tejanos.

Where? Washington DC. Las escaleras del Capitolio se transforman en el escenario donde el mundo político se constituye en testigo del juramento del Presidente. Sus jardines se transforman en la platea de los invitados por los congresistas y a continuación el Mall recibe a los cientos de miles de integrantes de la galucha, incluyendo por cierto a quienes no van a aplaudir a nadie sino a protestar.



Washington DC no es una ciudad cool. Quizás por eso Friends y Sex & the City se grababan en New York mientras que acá se recrea The West Wing, esa serie donde Martin Sheen es el Presidente de Estados Unidos y que probablemente no ha sido sacada del aire para evitarse los reclamos de los washingtonians.

Washington DC -simplemente Dee Cee o the District para sus habitantes- es el epicentro de la política norteamericana y en su limitada extensión se han construido los monumentos políticos más significativos y venerados del país entre los que destacan los Memorials a los Presidentes y a las guerras que marcaron el siglo pasado. La gente que se dedica a la política o que trabaja en el gobierno no habla de “servicio público” sino que simplemente dice que “trabaja en Capitol Hill” si tiene algo que ver con el Congreso o que “trabaja para el Presidente Bush” si es parte de alguna repartición ministerial. Algo así como decir “trabajo en las 8 manzanas” o “ trabajo para el Presidente Lagos”. Bueno, acá no suena pretencioso, simplemente es la forma natural de expresar que la política se vive y que las elecciones están lejos de ser una simple obligación cívica o una carrera que se corre cada cuatro años.

Esa pasión por la política hace que los eventos de Inauguration Day (y también de Contra Inauguration Day) sean un imperdible para los washingtonians. Supongo que debe ser algo similar a lo que viven los romanos cuando se produce la elección de un nuevo Papa con la salvedad que a la asunción del Presidente (o al menos de este Presidente) también asisten quienes están en su contra y buscan el más mínimo descuido policial para desplegar sus lienzos contra la invasión a Irak o a favor de los matrimonios homosexuales.

Quizás como premonición a un discurso mesiánico plagado de frases e imágenes bíblicas, la invitación a Inauguration Day vino de un buen amigo, futuro cura jesuita, que está haciendo parte de su formación en Washington. Como las entradas numeradas sólo las reparten los senadores y representantes (diputados), supongo que él las recibió de algún superior bien contactado que ha participado en suficientes de estos eventos o que quiso evitar los 2 grados y la nieve anunciada para ese día.

En los días anteriores no solo la nieve llegó a DC sino que también un contingente de seguridad de 13.000 personas, incluidos algunos policías que llegaron desde Miami y que cambiaron las poleras de manga corta por abrigos y orejeras. Inauguration Day es una ceremonia sencilla, popular y organizada para que la gente, especialmente quienes viven en Washington, llene el Mall y las veredas de las calles por donde pasa el Presidente en su camino a la Casa Blanca. Este año asistieron 250.000 personas. Probablemente muchos viajaron desde los “estados rojos” que conforman la llamada “América Profunda” que dio el triunfo al Presidente Bush, otros vinieron porque sienten que su asistencia es una obligación cívica ineludible y algunos porque sienten que manifestar su disconformidad también es parte de la misma obligación cívica.

Mi Inauguration Day partió muy temprano con un viaje en metro hasta la estación abierta más cercana al Capitolio. En el metro se empezaban a sentir los sentimientos encontrados de la gente. Un par de matrimonios mayores elegantemente vestidos y con una bandera de Estados Unidos en la mano cruzaban sus miradas con 6 punks que llevaban algunos carteles con la misma bandera pero que en vez de estrellas tenía pintado el signo de la paz. En la calle la mayoría de la gente estaba vestida de negro, muchos porque eran policías, otros tantos porque era la forma de protestar contra el Presidente.

Una vez que pasamos todas las barreras de seguridad finalmente pudimos tomar nuestros asientos, a unos 70 metros del escenario. Eran las 9 de la mañana, la temperatura un poco más de cero y todavía faltaban dos horas y media para el juramento y discurso del Presidente Bush. Como supuse que nadie en Roma se enojaría si leía sobre la vida de otro Papa, para la espera me lleve un muy buen libro sobre JFK (“An Unfinished Life”) y repasé su Inauguration Address, ese en el que pide no preguntarse qué es lo que el país puede hacer por uno si no qué puede hacer uno por su país. Durante las dos horas que faltaban para el auto-traspaso de mando, tuvimos la compañía de diferentes coros militares con las típicas melodías de película gringa que todos reconocemos pero nadie podría decir como se llaman. En la medida que se acercaba la hora, el locutor anunciaba la entrada, en protocolar orden, de diplomático, congresistas, ministros e integrantes de las familias Bush y Cheney. Como esta es una ceremonia eminentemente popular las imágenes de las pantallas gigantes también servían para activar el aplausómetro. Dejando de lado a la dupla Bush-Cheney y sus familias, la sorpresa fue el recibimiento del ex Presidente Jimmy Carter, mientras que la triunfadora absoluta fue Condoleezza Rice, la nueva Secretaria de Estado quien aún no obtenía la confirmación del Senado después de una larga audiencia con la Comisión de Relaciones Exteriores donde los demócratas impusieron a sus pesos pesados John Kerry y Barack Obama. Los más abucheados, qué duda cabe: el matrimonio Clinton Rodham y John Kerry, quien después de haber perdido la elección venía a esta ceremonia con el sentimiento de estar asistiendo al matrimonio de la ex polola.

En lo que seguramente fue tomado como otra señal de que Dios está de su lado, el sol salió pocos minutos antes de la hora fijada para el juramento del Presidente Bush. A pesar de los recursos legales intentados por un ciudadano ateo para impedir cualquier acto religioso durante Inauguration Day, la ceremonia partió con una oración por las fuerzas armadas y sus familias. Después del juramento del Vicepresidente Cheney, el Presidente de la Corte Suprema, William Rehnquist, tomó el juramento al Presidente George W. Bush, quien en su discurso se dirigió a los americanos y, cómo no, al mundo.

Para ser honesto nunca había escuchado un discurso del Presidente Bush y aunque tampoco le tenía mucha fe, guardaba la esperanza que el asesor que escribiera este discurso haya estado lo suficientemente iluminado como para contarle al mundo, ojalá en forma contundente, que Estados Unidos tiene un compromiso con la paz, la democracia y los equilibrios que presenta la interrelación económica de un mundo globalizado. Al parecer el asesor estaba demasiado iluminado y -siguiendo con la metáfora vaticana- Bush nos predicó durante 20 minutos sobre como Estados Unidos no habría cumplido su misión hasta que todos los hombres “creados a imagen y semejanza” pudieran “encontrar su propia voz, lograr su propia libertad y abrirse su propio camino”.

Caminando de vuelta por el Mall pensaba que a pesar de las medidas de seguridad y el control que había en las calles, Inauguration Day es un día de gran cultura cívica y celebración popular. A esas alturas, los que no habían ido a pararse en el camino del desfile entre el Capitolio y la Casa Blanca caminaban por el Mall y recorrían los Memorials como lo harían cualquier otro día, la diferencia es que hoy no era un día cualquiera, era el día en que habían participado de un momento histórico para su país que no podrían haber vivido en ninguna otra parte que no fuera Washington DC.

Definitivamente, no existe un escenario más propicio ni un público más fiel.